Cicatrices
Cicatrices quirúrgicas
El aspecto de las cicatrices quirúrgicas es variable dependiendo de factores como la localización, el tamaño o las características del paciente. También son importantes los cuidados domiciliarios que realiza el paciente, especialmente durante los 6 primeros meses, como los geles o parches de silicona, y la protección solar para evitar la pigmentación.
Preguntas frecuentes
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En la mayoría de casos, se puede iniciar el tratamiento tras la retirada de la sutura, especialmente en zonas donde un buen resultado estético es importante, como la cara. Una vez se ha instaurado una cicatriz antiestética o en caso de que deseemos mejorar su aspecto, iniciaremos el tratamiento cuanto antes.
Las cicatrices en ciertas localizaciones del cuerpo, como el abdomen, tronco o cuello (tras cesárea o cirugía cardíaca o de tiroides) tienen un riesgo no despreciable de transformarse en cicatriz hipertrófica o incluso queloide. Estas zonas anatómicas están sometidas a importantes fuerzas de tensión, por lo que el riesgo de desarrollar cicatrices anómalas es alto.
En el manejo de estas cicatrices podemos emplear láseres (vasculares, fraccionados ablativos y no ablativos), infiltración de corticoides y citostáticos, crioterapia de contacto y mantenimiento con parches de silicona.
Las cicatrices quirúrgicas pueden mejorar entre un 30% y un 70%. Esta variabilidad tiene relación con la capacidad de producir colágeno del propio paciente.
Habitualmente son necesarias entre 5 y 8 sesiones, aunque el número puede ser variable en función de las características de la propia cicatriz.
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